lunes, 19 de febrero de 2018

EL VINO DE LOS PAZOS GALLEGOS (FARO DE VIGO)

    EL VINO DE LOS PAZOS GALLEGOS

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(Artículo publicado en FARO DE VIGO, 18/02/2018)
El tostado es el gran aristócrata de los vinos gallegos: Ha sido el vino de los pazos señoriales en los que residía la hidalguía gallega y también de los propietarios acomodados.

En Galicia hay dos productos, el tostado del Ribeiro y el pulpo a la feria (a la gallega, como se le conoce fuera) que encarnan la memoria simbólica del paladar, de igual modo que el vino dulce de Tokay y el goulash plasman la identidad gastrocultural de Hungría.
El tostado es el gran aristócrata de los vinos gallegos: Ha sido el vino de los pazos señoriales en los que residía la hidalguía gallega y también de los propietarios acomodados.
El “vino color topacio”, como lo calificó encomiásticamente Emilia Pardo Bazán, el tostado del Ribeiro, gozó históricamente de un gran prestigio. Relevantes escritores se sumaron a su celebración. Álvaro Cunqueiro hacía su elogio en cuanta ocasión se le presentaba. En La cocina cristiana de Occidente, ponderó las excelencias del vino tostado del Ribeiro, exaltándolo como “ambrosía, madre de levitaciones”, haciendo suya una frase ya celebrada. Y se dejó llevar por esta pasión en su obra de creación, como se puede apareciar en el mosaico narrativo que se verá a continuación: El maestro Flute, personaje que tenía un roncar muy acompasado y suspiraba por las esfaragulladas con torrezmos, estaba últimamente un poco desmejorado. Cuando Merlín se percató de que se encontraba perjudicado, le recomendó que bebiera un chiquito de tostado para que se le pasara. Parece que siguió esta recomendación, puesto que según apuntaba el paje: “Se consoló el maestro Flute dos veces con el tostado que le serví”. Y así se animó, afinó la flauta y tocó una pieza muy galana: una danza que se denominaba, con resonancias proustianas, “swan’s pavane”, pavana de los cisnes. Por lo demás, un enano salido de un castillo le pidió al paje de Merlín que le trajese unas roscas y una copita de tostado. Un poco más tarde, el mago Merlín leía muy entonado, como cura de epístola, al principe y a toda la hueste menuda, en tanto que los pequeños de la familia picoteaban en las roscas, después de remojarlas en el tostado.
También Ramón Otero Pedrayo le otorgó al tostado, joya de la corona del Ribeiro, un alto prestigio literario. En su obra, El desengaño del prior, Don Guindo, en veta de galante cantor, hace esta bella comparación: “Un traguito de tostado... Es sol en los sauces y en los parrales de tus ojos...”. Una bella imagen a consignar en los anales de la poética amatoria. A mayor abundamiento, el poeta Eladio Rodríguez González ensalzó la milagrosa dulzura y melosidad del tostado ribeirano y Valentín Lamas Carvajal se erigió en su entusiasta enaltecedor. 
A pesar de ser el vino noble de Galicia, el tostado no consiguió una buena difusión comercial en el propio mercado gallego. No se solía ofrecer en los menús de los restaurantes distinguidos, ni tampoco en los de los cafés y hoteles, como acontecía, por vía de ejemplo, en el Hotel Compostela, de la ciudad del Apóstol. El Jerez era la bebida dulce que se solía sevir es estos establecimientos. En efecto, Álvaro de las Casas puso de relieve en 1936, el hecho de que no era posible encontrar el vino tostado gallego en la mayor parte de los cafés de las ciudades y pueblos de Galicia. Contra esta situación clamaba el arredista orensano así: “Exigid en todos los cafés, por suntuosos y encopetados que sean, vino, tostado y augardiente del Ribeiro, estimulad su consumo. En todos los cafés del mundo se encuentran productos semejantes, de los respectivos paises. Solamentes en nuestras pobres ciudades gallegas una ola de nefasta cursilería ha conseguido desterrar nuestros productos para imponer en su lugar otros extranjeros peores, más caros, menos sanos y de consumo menos elegante”.
El empuje de la producción de tostado con vistas a la comercialización fue siempre francamente modesto y llegó un momento en que se detuvo este impulso productivo. Afortunadamente, desde hace poco más de una década se recuperó felizmente la tradición. En nuestros días se elabora vino tostado del Ribeiro en dos bodegas de notable fuste, Viña Costeira (Tostado de Costeira) y Campante (Alma de Reboreda). Hay una tercera bodega que se atreve con el vino patricio, lo cual es muy meritorio tanto por su menor envergadura como por la dificultad que comporta la tarea. Se trata de la firma Teira, de Manuel Formigo, quien continúa la tradición familiar de sabio cultivo del viñedo.